10 de marzo de 2009

Heródoto, el padre de la Historia

Heródoto de Halicarnaso ( 484 - 425 a.C. )

" Y seguiré adelante en mi relato ocupándome por igual de las pequeñas y de las grandes ciudades de los diferentes pueblos, ya que las que antaño eran grandes, en su mayoría son ahora pequeñas; y las que en mis días eran grandes, fueron antes pequeñas. En la certeza pues, de que el bienestar humano nunca es permanente, haré mención de unas y otras por igual. "

Heródoto I - 5, 4

Cicerón fue el primero en llamarle " Padre de la Historia". Sobre Heródoto dice Indro Montanelli en su Historia de los griegos:

" Heródoto escribe la historia como si fuera un cuento de hadas, sin distinguirla de la leyenda y el mito. Sabía muchas cosas porque, hijo de una buena familia de Halicarnaso, había viajado; mas, en vez de cribarlas críticamente, las amontonó en una miscelánea que de - historia universal - tenía solamente la modesta pretensión. Los acontecimientos se confunden con los milagros y con las profecías, y Hércules es descrito como un personaje real, parigual de Pisístrato. Todo esto confiere a Heródoto el embrujo del frescor y de la inocencia. Puede leérsele con placer. Sólo hay que guardarse muy bien de creerle. "

Historia de los griegos, Indro Montanelli, 1959.

El  historiador Tom Holland, refiriéndose a Heródoto en su libro " Fuego Persa " ( 2005 ) apunta que:

" ...en el conflicto entre Oriente y Occidente fue donde el primer historiador del mundo descubrió, en el siglo V a.J.C., el tema de la obra de su vida.

   Su nombre era Heródoto. Y como ciudadano griego de lo que hoy en día es la turística zona portuaria de Bodrum, en Turquía, por aquel entonces llamada Halicarnaso, Heródoto había crecido en la frontera con Asia. ¿ Por qué, se preguntaba, a los pueblos de Oriente y Occidente les resultaba tan difícil vivir en paz ? A primera vista, la respuesta parecía simple: los asiáticos, según Heródoto, consideraban Europa un lugar inconceliablemente ajeno, - y desde entonces siempre tuvieron por enemigos a los griegos - . Pero la manera en que aquella fractura había ocurrido en primer lugar le planteaba un enigma al propio Heródoto. Tal vez la causa hubiese sido el secuestro de una o dos princesas a manos de piratas griegos, o quizás hubiese sido el incendio de Troya. - así lo cuentan al menos los griegos y los fenicios. Yo no voy a decir si pasó de este o de otro modo -. A Heródoto no se le escondía que el mundo no tenía límites y que la verdad de un hombre podía fácilmente ser la mentira de otro. No obstante, si los orígenes del conflicto entre Oriente y Occidente ya parecían perderse en el mito, no ocurría lo mismo con sus efectos, que pronto se harían evidentes de un modo trágico. La diferencia había engendrado la sospecha, y la sospecha engendraría la guerra.

Por primera vez, un cronista iba a optar por buscar los orígenes de un conflicto allí donde podía verificarlos en persona, en lugar de remover un pasado tan remoto que se tornara por completo fantástico, o de endilgarlos a los caprichos y deseos de algún dios o a la proclama de algún pueblo sobre su destino manifiessto. Heródoto, comprometido con transcribir sólo los testimonios de informantes o testigos vivos, daría la vuelta al mundo, convirtiéndose en el primer antropólogo, el primer periodista de investigación y el primer corresponsal en el extranjero. Los frutos de su curiosidad insaciable no sólo dieron lugar a una narrativa, sino al análisis más vasto posible de toda una época en su variedad, tolerancia y complejidad. El propio Heródoto describiría su obra como una serie de - investigaciones -: una historia, - que he escrito aquí -, como declara en la primera oración de la primera obra de historia que escribió, - para que no se desvanezcan con el tiempo los hechos de los hombres, y para que no queden sin gloria grandes y maravillosas obras, así de los griegos como de los bárbaros, y sobre todo, la causa por la que se hicieron la guerra -.

   Los historiadores siempre quieren defender la importancia de su material, claro está. En el caso de Heródoto, sus afirmaciones han estado sometidas a escrutinio durante dos mil quinientos años, tiempo en el cual su suposición de partida, que la guerra entre griegos y persas había tenido una trascendencia nunca antes vista, se ha podido comprobar de modo triunfal. "

   Hace mucho tiempo que se ridiculiza a Heródoto por lo que parecen fantasías, como si se tratara del padre de las mentiras y no de la historia. Pero las décadas recientes han presenciado una reevaluación fundamental de la exactitud de sus afirmaciones: nuevos descubrimientos arqueológicos demuestran constantemente su fiabilidad.

El mundo según Heródoto, s. VI a.C

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