El beso - Gustav Klimt, 1907
Horco era un dios de los antiguos griegos, hijo de la Discordia ( en griego hórcos significa " juramento" ). Cuando alguien juraba algo, él lo anotaba en su agenda y castigaba a los que lo incumplían sin contemplaciones. Hasta hoy ha perdurado en nuestra cultura ese miedo a jurar en falso, esa sensación de estar infringiendo una ley sagrada y del castigo que conlleva hacerlo ( aunque trasladado a nuestra moral judeocristiana ).
Pero si es por amor la cosa cambia. Los antiguos dioses griegos decidieron perdonar a aquellos que enamorados incumplían sus juramentos de amor. Ellos ya sabían que en el amor, como en la guerra, vale todo. Al menos eso es lo que nos cuenta Platón en su Banquete:
" Y lo que es más extraordinaririo, según dice la mayoría, es que incluso cuando jura, el enamorado es el único que obtiene perdón de los dioses si infringe los juramentos, pues afirman que el juramento de amor no es válido. De esta manera, los dioses y los hombres han concedido toda libertad al amante, como dice la costumbre aquí. "
Platón, Banquete