10 de febrero de 2009

¡ Júrame que me quieres !


El beso - Gustav Klimt, 1907

Horco era un dios de los antiguos griegos, hijo de la Discordia ( en griego hórcos significa " juramento" ). Cuando alguien juraba algo, él lo anotaba en su agenda y castigaba a los que lo incumplían sin contemplaciones. Hasta hoy ha perdurado en nuestra cultura ese miedo a jurar en falso, esa sensación de estar infringiendo una ley sagrada y del castigo que conlleva hacerlo ( aunque trasladado a nuestra moral judeocristiana ).

Pero si es por amor la cosa cambia. Los antiguos dioses griegos decidieron perdonar a aquellos que enamorados incumplían sus juramentos de amor. Ellos ya sabían que en el amor, como en la guerra, vale todo. Al menos eso es lo que nos cuenta Platón en su Banquete:

" Y lo que es más extraordinaririo, según dice la mayoría, es que incluso cuando jura, el enamorado es el único que obtiene perdón de los dioses si infringe los juramentos, pues afirman que el juramento de amor no es válido. De esta manera, los dioses y los hombres han concedido toda libertad al amante, como dice la costumbre aquí. "

Platón, Banquete

9 de febrero de 2009

Sobre Venus


Como símbolo de hermosura, Venus figura en tres cuadros de Vincent Van Gogh. En su Noche estrellada, de junio de 1889, el mejor ejemplo conocido, aparece como el orbe brillante y bajo, al este del pueblo de Saint-Rémy, durante la época en que la demencia del artista le tuvo recluido en un manicomio local.
Unos 1.800 años antes de que Van Gogh pintara este cuadro, el militar romano Plinio el Viejo nos contaba sobre Venus:

" Gira por debajo del sol un astro inmenso llamado Venus que se mueve en dirección alterna y que, de acuerdo con sus propios sobrenombres es rival del Sol y de la luna. Así que cuando sale temprano y aparece antes del amanecer recibe el nombre de Lucífero ( O Lucero, "portador de luz" ), ya que anticipa el día como otro sol; a la inversa, cuando resplandece por el poniente, se le llama Vespertino como si prolongara el día e hiciera las veces de la luna. Fue Pitágoras de Samos el primero que descubrió esta característica suya, aproximadamente en la cuadragésima segunda Olimpiada, que fue el año 142 de la ciudad de Roma ( 612 a.C. ). Además, por su tamaño, está por encima de todos los demás astros y tiene tanta luminosidad que los rayos de esta estrella son los únicos que producen sombra. También por eso figura con una amplia serie de nombres, pues unos la llamaron Juno, otros Isis y otros Madre de los Dioses. Por acción de su naturaleza se originan todas las criaturas en las tierras, ya que al impregnarse del rocío genital en sus dos nacimientos no sólo da fecundidad a la tierra sino que además estimula la de todos los seres vivos. Recorre el curso del Zodíaco en trescientos cuarenta y ocho días sin separarse nunca del sol más allá de cuarenta y seis grados, como opina Timeo. "

Plinio el Viejo, Historia Natural, II, 36