28 de marzo de 2009

Los primeros porreros de la Historia

La planta del cannabis

Los escitas eran un antiguo pueblo indoeuropeo procedente de las estepas del norte del mar Caspio. Avanzaron hacia Europa del este hacia el 700 a.C. llevando consigo el uso del cannabis ( cáñamo ), que usaban como tela muy similar al lino y de paso para agarrarse unos colocones de órdago. Así lo narra Heródoto, el papi de la Historia:

" Pues bien, los escitas toman la semilla del susodicho cáñamo, se deslizan bajo los toldos de lana y, acto seguido, arrojan la semilla sobre las piedras candentes. A medida que la van arrojando, la semilla exhala un perfume y produce tanto vapor que ningún brasero griego podría superar semejante cantidad de humo. Entonces los escitas, encantados con el baño de vapor, prorrumpen en gritos de alegría. Esto les sirve de baño, pues resulta que jamás se lavan el cuerpo con agua."

Heródoto, libro IV, 75

Cosméticos antiguos

versión moderna de los cosméticos escitas

" Las mujeres escitas trituran en una piedra rugosa pedazos de madera de ciprés, de cedro y de árbol del incienso, añadiendo agua a la mezcla; y, acto seguido, con esa masa triturada - que es espesa - se embadurnan todo el cuerpo, incluido el rostro; dicho emplasto no sólo les confiere un olor agradable, sino que, cuando, al día siguiente, se quitan la cataplasma, quedan limpias y radiantes. "

Heródoto IV, 75

10 de marzo de 2009

Heródoto, el padre de la Historia

Heródoto de Halicarnaso ( 484 - 425 a.C. )

" Y seguiré adelante en mi relato ocupándome por igual de las pequeñas y de las grandes ciudades de los diferentes pueblos, ya que las que antaño eran grandes, en su mayoría son ahora pequeñas; y las que en mis días eran grandes, fueron antes pequeñas. En la certeza pues, de que el bienestar humano nunca es permanente, haré mención de unas y otras por igual. "

Heródoto I - 5, 4

Cicerón fue el primero en llamarle " Padre de la Historia". Sobre Heródoto dice Indro Montanelli en su Historia de los griegos:

" Heródoto escribe la historia como si fuera un cuento de hadas, sin distinguirla de la leyenda y el mito. Sabía muchas cosas porque, hijo de una buena familia de Halicarnaso, había viajado; mas, en vez de cribarlas críticamente, las amontonó en una miscelánea que de - historia universal - tenía solamente la modesta pretensión. Los acontecimientos se confunden con los milagros y con las profecías, y Hércules es descrito como un personaje real, parigual de Pisístrato. Todo esto confiere a Heródoto el embrujo del frescor y de la inocencia. Puede leérsele con placer. Sólo hay que guardarse muy bien de creerle. "

Historia de los griegos, Indro Montanelli, 1959.

El  historiador Tom Holland, refiriéndose a Heródoto en su libro " Fuego Persa " ( 2005 ) apunta que:

" ...en el conflicto entre Oriente y Occidente fue donde el primer historiador del mundo descubrió, en el siglo V a.J.C., el tema de la obra de su vida.

   Su nombre era Heródoto. Y como ciudadano griego de lo que hoy en día es la turística zona portuaria de Bodrum, en Turquía, por aquel entonces llamada Halicarnaso, Heródoto había crecido en la frontera con Asia. ¿ Por qué, se preguntaba, a los pueblos de Oriente y Occidente les resultaba tan difícil vivir en paz ? A primera vista, la respuesta parecía simple: los asiáticos, según Heródoto, consideraban Europa un lugar inconceliablemente ajeno, - y desde entonces siempre tuvieron por enemigos a los griegos - . Pero la manera en que aquella fractura había ocurrido en primer lugar le planteaba un enigma al propio Heródoto. Tal vez la causa hubiese sido el secuestro de una o dos princesas a manos de piratas griegos, o quizás hubiese sido el incendio de Troya. - así lo cuentan al menos los griegos y los fenicios. Yo no voy a decir si pasó de este o de otro modo -. A Heródoto no se le escondía que el mundo no tenía límites y que la verdad de un hombre podía fácilmente ser la mentira de otro. No obstante, si los orígenes del conflicto entre Oriente y Occidente ya parecían perderse en el mito, no ocurría lo mismo con sus efectos, que pronto se harían evidentes de un modo trágico. La diferencia había engendrado la sospecha, y la sospecha engendraría la guerra.

Por primera vez, un cronista iba a optar por buscar los orígenes de un conflicto allí donde podía verificarlos en persona, en lugar de remover un pasado tan remoto que se tornara por completo fantástico, o de endilgarlos a los caprichos y deseos de algún dios o a la proclama de algún pueblo sobre su destino manifiessto. Heródoto, comprometido con transcribir sólo los testimonios de informantes o testigos vivos, daría la vuelta al mundo, convirtiéndose en el primer antropólogo, el primer periodista de investigación y el primer corresponsal en el extranjero. Los frutos de su curiosidad insaciable no sólo dieron lugar a una narrativa, sino al análisis más vasto posible de toda una época en su variedad, tolerancia y complejidad. El propio Heródoto describiría su obra como una serie de - investigaciones -: una historia, - que he escrito aquí -, como declara en la primera oración de la primera obra de historia que escribió, - para que no se desvanezcan con el tiempo los hechos de los hombres, y para que no queden sin gloria grandes y maravillosas obras, así de los griegos como de los bárbaros, y sobre todo, la causa por la que se hicieron la guerra -.

   Los historiadores siempre quieren defender la importancia de su material, claro está. En el caso de Heródoto, sus afirmaciones han estado sometidas a escrutinio durante dos mil quinientos años, tiempo en el cual su suposición de partida, que la guerra entre griegos y persas había tenido una trascendencia nunca antes vista, se ha podido comprobar de modo triunfal. "

   Hace mucho tiempo que se ridiculiza a Heródoto por lo que parecen fantasías, como si se tratara del padre de las mentiras y no de la historia. Pero las décadas recientes han presenciado una reevaluación fundamental de la exactitud de sus afirmaciones: nuevos descubrimientos arqueológicos demuestran constantemente su fiabilidad.

El mundo según Heródoto, s. VI a.C

8 de marzo de 2009

El arco iris de la noche


Séneca y Plinio el Viejo opinaron sobre la posibilidad de contemplar un arco iris por la noche tres siglos después de que lo hiciera Aristóteles.

Según Aristóteles:

" El arco iris se forma de día, y los antiguos creían que no se produce de noche y originado por la luna; esto les ocurrió a causa de la rareza del fenómeno: pues les pasó inadvertido; se produce, pero pocas veces. La causa es que los colores quedan ocultos por la oscuridad y es preciso que concurran muchas otras circunstancias, y todas ellas en un único día del mes: en efecto, es forzoso que, si ha de darse, sea en el plenilunio, y precisamente al salir o ponerse la luna; por eso hemos encontrado ese fenómeno sólo dos veces en más de cincuenta años. " 1

Séneca afirmaba que:

" Por el contrario, el arco iris no se forma por la noche, o muy raras veces, porque la energía lunar no basta para atravesar las nubes e impregnarlas de color como el que toman al ser rozadas por el sol. " 2

El escritor, científico, naturalista y militar romano Plinio el Viejo, afirmaba en su monumental obra Historia Natural que el arco iris:

"...no aparece si el sol no está opuesto, ni tampoco nunca si no es en forma de semicírculo, ni de noche ( aunque Aristóteles dice que se vio entonces en alguna ocasión, aun así el mismo reconoce que no puede suceder salvo en la trigésima luna )." 3

Plinio, consciente de que contradecir a Aristóteles no era en absoluto una buena idea, decidió citarlo. Hizo bien porque Aristóteles estaba en lo cierto.

La luz de la luna puede producir un arco iris durante la noche, pero es un fenómeno muy raro porque se tienen que dar una serie de coincidencias: tiene que haber luna llena o practicamente llena, tiene que estar lloviendo en el lado opuesto de la luna, el cielo debe estar muy oscuro sin apenas contaminación lumínica y la luna debe estar por debajo de 42º de altitud en el cielo. 4

1 - Aristóteles. Meteorológicos III 2, 372a26-28. Ed. GREDOS, 1996.
2 - Séneca. Cuestiones Naturales I 3-8. C.S.I.C., 1979.
3 - Plinio el Viejo. Historia Natural II, 150. Ed. GREDOS, 1995.
4 - Lunar Rainbows. De la página web Atmospheric Optics: http://www.atoptics.co.uk/

5 de marzo de 2009

Costumbres sexuales en Heródoto


The Eastern Favourite. Edwin Long, 1880

Sobre los babilonios, Heródoto cuenta que:

" Por contra, la costumbre sin duda más ignominiosa que tienen los babilonios es la siguiente: toda mujer del país debe, una vez en su vida, ir a sentarse a un santuario de Afrodita y yacer con un extranjero. Muchas de ellas, que consideran impropio de su rango mezclarse con las demás en razón del orgullo que les inspira su poderío económico, se dirigen al santuario, seguidas de una numerosa servidumbre que las acompaña, en carruaje cubierto y aguardan en sus inmediaciones. Sin embargo, las más hacen lo siguiente: muchas mujeres toman asiento en el recinto sagrado de Afrodita con una corona de cordel en la cabeza; mientras unas llegan, otras se van. Y entre las mujeres quedan unos pasillos, delimitados por cuerdas, que van en todas direcciones; por ellos circulan los extranjeros y hacen su elección. Cuando una mujer ha tomado asiento en el templo, no regresa a su casa hasta que algún extranjero le echa dinero en el regazo y yace con ella en el interior del santuario. Y, al arrojar el dinero, debe decir tan solo: Te reclamo en nombre de la diosa Milita ( ya que los asirios, a Afrodita la llaman Milita ). La cantidad de dinero puede ser la que se quiera; a buen seguro que no la rechazará, pues no le está permitido, ya que ese dinero adquiere un caracter sagrado: sigue al primero que se lo echa sin despreciar a nadie. Ahora bien, tras la relación sexual, una vez cumplido el deber para con la diosa, regresa a su casa y, en lo sucesivo, por mucho que les des no podrás conseguir sus favores. Como es lógico, todas las mujeres que están dotadas de belleza y buen tipo se van pronto, pero aquellas que son poco agraciadas esperan mucho tiempo sin poder cumplir la ley; algunas llegan a esperar hasta tres y cuatro años. Por cierto que, en algunos lugares de Chipre, existe también una costumbre muy parecida a esta. "

Heródoto, libro I - 199

Sobre los maságetas, pueblo nómada que habitó en el mar de Aral y en el mar Caspio:

" Cada uno se casa con una mujer, pero las gozan a discreción. Los griegos dicen que esto lo hacen los escitas, pero no son los escitas quienes lo hacen, sino los maságetas; pues cuando un maságeta desea a una mujer, cuelga su aljaba en la parte delantera de su carro y yace con ella tranquilamente. "

Heródoto, libro I - 216

Sobre los adirmáquidas, pueblo libio:

" Por cierto que el orden en que están establecidos los libios es el siguiente: a partir de Egipto, los primeros habitantes de Libia son los adirmáquidas, que en general tienen costumbres egipcias, si bien llevan la misma indumentaria que los demás libios. Sus mujeres, además, llevan en cada pierna una ajorca de cobre; tienen el cabello largo, y, cuando cogen a los piojos que llevan encima, cada una les pega, en reciprocidad, un mordisco y luego los escupe. Estos son los únicos libios que hacen eso; y asimismo son los únicos que presentan al rey a las doncellas que van a contraer matrimonio; y es el monarca quien desflora a la que resulta de su agrado. Los susodichos adirmáquidas se extienden desde Egipto hasta un puerto cuyo nombre es Plino. "

Heródoto, libro IV - 168

Sobre los nasamones, antiguo pueblo libio que habitaba a orillas del golfo de Sirte:

" Cada hombre suele tener varias esposas, pero copulan con las mujeres a discrección, de un modo semejante a como lo hacen los maságetas: ante un lugar cualquiera plantan un bastón y yacen con la que sea. Y cuando un nasamón se casa por primera vez, la costumbre establece que, durante la primera noche, la novia pase por las manos de todos los convidados y que se entregue a ellos; y cada uno de los invitados, cuando la mujer se le ha entregado, le da entonces el regalo que al efecto ha traído de su casa. "

Heródoto, libro IV - 172, 2

Sobre los maclíes que habitaban a orillas del lago Tritónide ( probablemente el actual golfo de Gabés, en la costa este de Túnez ):

" Además gozan de las mujeres a discrección, y no están casados con ellas, sino que se aparean como las bestias. Y cuando una mujer tiene un hijo como resultado de sus relaciones con varios hombres, los interesados se reúnen en un lugar determinado a los dos meses y el niño se considera hijo del hombre al que se parezca. "

Heródoto, libro IV -180, 5

Traducción del griego de Carlos Schrader. Ed. GREDOS, 1979.